Se hizo de noche y el bosque dejo de ser bonito. Se llenó de ruidos. Detrás de cada árbol, se escondía algo que nos comería a la mínima oportunidad. Y la luna, entre la niebla, lo empeoraba todo. Mi hermana dormía a mi lado, apoyada sobre mis piernas. Yo estaba con los ojos como platos. Sería por el miedo. O por el hambre.
O por los dos.
O por los dos.
De repente se me hizo la boca agua. Olía a nubes de azúcar y a manzanas de caramelo. Me levanté, busqué un palo grande y avancé. A lo lejos se veía el tejado de lo que parecía una casa de colores.
A medida que me acercaba, los aromas cambiaban. A sombreros de chocolate.
A torpedos de colores. A regaliz rojo.
A torpedos de colores. A regaliz rojo.
Mis tripas empezaron a hacer ruiditos extraños. Ahora olía a almendras garrapiñadas. A Chocolate blanco. A trufas y frutas escarchadas.
Me lamí el brazo. Sabía a piruleta de fresa. El codo a caramelos de cola. Y cada dedo de las manos, a un sugus diferente. De naranja, de fresa, de limón, de sandia…y el azul, que dicen que sabe a piña.
Era maravilloso. Tenía que despertar a Gretel y contárselo. Estábamos salvados.
Textos: Alejandro Bernaola
Precioso!
ResponderEliminarGracias Marián ;)
ResponderEliminarQué atmósfera tan bonita!!!
ResponderEliminarQué bonito, Marijose, felicidades. Un beso
ResponderEliminarBuenas!!
ResponderEliminarEncontré tu blog por un comentario que pusiste en otro blog y por curiosidad me metí en el tuyo...
Y que sorpresa me llevé cuando entré! :)
Que dibujos más bonitos, de verdad! Un estilo muy variado pero siempre con muy buen gusto.
Un saludo ^^
Muchisimas gracias, Bea, por tus piropos y por pasarte por aqui,;D!!
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